Entrevista a Luis Romero, Project Manager en Alfred Smart

Luis ya va camino de sus 7 años en Alfred Smart, y si algo lo define, es su capacidad para hacer que absolutamente todo encaje. Como Project Manager, gestiona hasta 10 proyectos a la vez, supervisando instalaciones, resolviendo imprevistos y asegurándose de que cada espacio quede perfecto. Su trabajo requiere planificación, pero también la habilidad de adaptarse sobre la marcha cuando algo cambia. Porque cuando hay que echarle morro al asunto, él lo hace sin dudar.
Es de los que prefieren la autonomía, aunque en cada visita de obra coordina a todo un equipo de profesionales. Si pudiera elegir un superpoder, lo tiene claro: el teletransporte (y basta con ver su agenda para entenderlo).
Fuera del trabajo, disfruta del tenis (como Joaquín), del deporte en general y, sobre todo, de pasar tiempo con su hijo y su familia. Y si alguna vez desaparece sin avisar… seguramente lo encuentres en Mallorca, en la playa de Formentor. 💃
¿Quieres conocer más sobre él y su trabajo en Alfred? Sigue leyendo.
1. ¡Hola Luis! Cuéntanos un poco sobre ti. ¿Cómo llegaste a Alfred Smart y qué fue lo que te motivó a unirte?
En 2018 estaba abierto a nuevas oportunidades y buscando un lugar donde pudiera seguir creciendo profesionalmente. Fue entonces cuando conocí Alfred Smart y me entrevisté con Manu. Recuerdo que me hizo un montón de preguntas sobre diferentes áreas y, aunque había cosas que no había hecho antes, siempre he sido una persona resolutiva y con ganas de aprender. Algo en mi actitud debió de encajar, porque al final de la entrevista me dijo: “Que te quedas”.
2. Tu rol es clave para que todo funcione como un reloj en Alfred. ¿Cómo describirías el trabajo de un Project Manager en pocas palabras?
Mi trabajo como Project Manager es como montar un puzzle con muchas piezas. En Alfred, cada departamento aporta su parte: administración, soporte, SAT, desarrollo de producto… y mi tarea es encajar todas esas piezas en cada proyecto para que se lleve a cabo en tiempo y forma.
«Mi trabajo es como montar un puzzle con muchas piezas […]. Estoy en el punto intermedio entre lo que el cliente necesita y lo que Alfred puede aportar.»
A veces es un reto, porque estoy en el punto intermedio entre lo que necesita el cliente y lo que Alfred puede aportar. Hay momentos en los que todo fluye y otros en los que toca mediar para equilibrar expectativas y conseguir que todas las partes queden satisfechas.
Los clientes con los que trabajamos son muy diversos: desde particulares e interioristas hasta constructoras, fondos de inversión o instaladores. Cada perfil tiene necesidades y formas de trabajo distintas, así que hay que adaptarse a cada uno. Por ejemplo, cuando trabajas con un particular, el nivel de implicación es mayor, porque personaliza mucho más el proyecto. En cambio, en proyectos grandes, como un edificio con 120 viviendas, la facturación global es más alta, pero el trabajo por vivienda es menor porque el proceso está más estandarizado.
3. Visitas muchas casas y edificios en tu día a día. ¿Cómo es una jornada típica supervisando instalaciones?
Una jornada típica empieza temprano, a la hora acordada, y al llegar normalmente ya me están esperando el jefe de obra, el jefe de instaladores, los instaladores y operarios. En algunos casos, también está presente el interiorista.
Mi trabajo en ese momento es supervisar que todo vaya según lo planificado y resolver dudas… y suelen ser muchas. Cada persona tiene inquietudes diferentes: algunos preguntan sobre costes, otros sobre el trabajo que implica la instalación y otros sobre cómo va a quedar o funcionar el sistema. Mi reto es responder a todos, coordinar las necesidades de cada parte y asegurarme de que todo avance sin problemas, manteniendo el equilibrio para que todos queden satisfechos.
Cada visita es diferente, pero el objetivo siempre es el mismo: que la instalación se realice correctamente y sin imprevistos.

4. Cuando llegas a una vivienda o edificio, ¿cuáles son los principales puntos que revisas para asegurarte de que todo está en orden antes de la instalación final?
Lo primero que hago es llevar conmigo una carpeta con el presupuesto del proyecto, pero sin que se vean los precios. En una obra hay muchas personas involucradas, pero el único que debe conocer el precio del proyecto es quien lo paga.
Una vez allí, reviso punto por punto todo lo que se va a instalar, asegurándome de que todo está en condiciones óptimas para que nuestro sistema encaje y funcione a la perfección una vez entregado. Para ello, hago una supervisión detallada con los distintos equipos involucrados: instaladores, fontaneros, dirección de obra, acabados… Cada uno tiene un papel clave en que todo salga bien.
5. Seguro que en alguna instalación has encontrado imprevistos. ¿Cuál ha sido el problema más desafiante que has tenido que resolver en una visita?
Déjame pensar… (risas). Es bastante habitual que, después de haber acordado con el cliente todos los detalles del proyecto y de haber trabajado en el diseño del presupuesto junto con el equipo de ventas, llegues a la obra y descubras que todo ha cambiado.
A veces pasa que cosas que tenían que estar, no están; sistemas que debían controlarse, no se han preparado; y decisiones que en principio eran un «no», de repente se han convertido en un «sí». Y te das cuenta allí mismo, en la visita.
¿Qué hacer en esos casos? Lo más importante es que desde el principio todo quede muy claro y que se manejen bien las expectativas del cliente. Si has documentado bien lo acordado y has dejado claro hasta dónde llega nuestro trabajo, en la visita puedes defender la planificación inicial. Y si hay cambios, hay que hacer entender que eso también implica modificaciones en el presupuesto. Al final, es el propio cliente quien decide hacer esos cambios, y es importante que sea consciente de cómo afectan al proyecto.
6. ¿Qué herramientas o metodologías utilizas para optimizar tu trabajo en las visitas a las viviendas?
Sin duda, el teléfono. Una simple llamada es, muchas veces, la herramienta más potente que tiene un Project Manager. Con una llamada a tiempo puedes evitar malentendidos, agilizar decisiones y, en muchos casos, ahorrar mucho dinero tanto a Alfred como al cliente.
7. Si pudieras mejorar un proceso o automatizar algo en tu trabajo, ¿qué sería y por qué?
Si me preguntas por Alfred, seguro que hay cosas que se podrían mejorar o automatizar.
«[…] Cada proyecto es único. No es un proceso repetitivo que puedas estandarizar fácilmente; es casi un trabajo artesano.»
Pero en mi trabajo en concreto, es complicado, porque cada proyecto es único. No es un proceso repetitivo que puedas estandarizar fácilmente; es casi un trabajo artesano, donde cada detalle importa.
En los proyectos grandes, además, se genera una especie de comunidad temporal que dura lo que dura el proyecto. Pasas muchas horas con el equipo, con los clientes, con todos los implicados… y al final acabas conociéndolos muy bien, incluso a nivel personal. Cuando trabajas así, es difícil automatizar procesos sin perder ese trato humano, que es clave para que todo salga bien.
8. ¿Qué es lo que más disfrutas de trabajar en Alfred Smart? ¿Qué es lo que más te ha sorprendido de nuestra cultura desde que entraste?
Lo que más me gusta de Alfred es nuestra mentalidad resolutiva. Aquí no existe un “no se puede”, siempre buscamos la manera de hacer que las cosas salgan adelante. Es una forma de ver el trabajo –y la vida– muy positiva, porque nos empuja a encontrar soluciones en lugar de barreras.
Esa actitud hace que cada día sea un reto, sí. Pero, a la vez, una oportunidad para aprender. Es algo que nos hace crecer como equipo y que nos diferencia.
9. Si tuvieras que explicarle a alguien sin conocimientos de tecnología qué hace Alfred Smart, ¿cómo se lo contarías en una frase sencilla?
En Alfred Smart transformamos espacios, no solo digitalizándolos, sino descubriendo oportunidades donde antes nadie las veía. Damos una nueva dimensión a lugares que siempre han sido estáticos, abriendo posibilidades que antes ni te habrías planteado.
10. El sector de la tecnología smart avanza a toda velocidad. ¿Cómo crees que evolucionará en los próximos años y cómo ves a Alfred Smart dentro de ese futuro?
Cada vez estamos más establecidos en el sector, y si seguimos en esta dirección, pienso que acabaremos siendo un referente, como lo es Gillette para las maquinillas de afeitar. Seremos la Gillette de los edificios (risas). El objetivo es que, cuando alguien hable de un edificio inteligente, no piense solo en contadores de agua conectados o accesos automatizados, sino que directamente lo relacione con Alfred Smart.
«Cada vez estamos más establecidos en el sector, y si seguimos en esta dirección, pienso que acabaremos siendo un referente. Seremos la Gillette de los edificios.»
Queremos llegar a un punto en el que, dentro del sector, al decir «es un edificio Alfred», todo el mundo entienda que ese espacio está lleno de posibilidades, sin necesidad de entrar en detalles técnicos.
Y hasta aquí la entrevista con Luis Romero, nuestro Project Manager. Siempre en movimiento, resolviendo imprevistos y asegurándose de que cada instalación salga perfecta. Y es que su trabajo es de esos que no siempre se ven, pero sin él, nada funcionaría igual.
En Alfred Smart, buscamos que los edificios sean más inteligentes, y personas como Luis lo hacen posible. Gracias, Luis, por todo lo que aportas al equipo y por compartir con nosotros un poco de tu día a día.